Por: Alsino Ramírez Cañar*
La casa ya no late,
ya no ríe despreocupada como solía,
le falta corazón,
se desborda la sin razón entre latigazos
de esta luz triste y alcalina,
tras las puertas nacieron deseos hermosos
y saltaron pequeños pasos de amor
que se hicieron necesarios,
y durmieron en sus pisos las siluetas
de aquellos rayos cegadores de tibieza humana,
de esos pies apresurados consultando relojes,
y todas las uñas y todos los cabellos
y todas las células de las epidermis desechadas.
La casa era dulce como mejillas de niño,
parecía agua de panela fresca,
con sus lilas suspendidas en el tiempo
entre oxígeno y espacio,
la casa era madre literalmente
y venía con su caricia aventajada a lavarnos el ánimo,
era madre que amamantaba en la tristeza
y el hambre, era un refugio infinito de leche.
Quién iba a pensar que sus enfermedades
lanzan lamentos de goznes y fontanería muerta
y escalones hoscos,
que su tez se quebraría cual piel de anciana
que se equilibra en hilos solitarios,
que sus flores se estrellaron entre cristal machacado
en las marchas sangrantes de los que se van,
quién iba a pensar que las sombras
se sentaron a comer en la mesa familiar
y se empacharon de menús absurdos.
La casa ya no late
es una verdad de terribles consecuencias…
*Ingeniero en computación, acuarelista y poeta Ecuatoriano de la ciudad de Guayaquil, nacido en 1965.
Gestor cultural miembro del RUAC (Registro único de artistas y gestores culturales), Presidente de Asociación Cultural Aurora y miembro de la Organización Mundial de Trovadores (delegado por Ecuador), tiene un poemario inédito “El Hombre fragmentado” registrado en el SENADI – Ecuador y otro en construcción, tiene dos canciones, en calidad de compositor textual: “Aurora de Magia Blanca” y en colaboración textual con Aurora Ramírez G. el tema “Pies al olvido”, inscritas ambas en el SENADI – Ecuador. Ha colaborado en encuentros literarios varios sobre poesía, festivales internacionales y discusiones sobre la figura de la poeta Aurora Estrada de Ramírez Pérez.