Por Sebastián López Serrano Rosa Luxemburgo paseaba temblorosa por el pequeño jardín de Wronke, la prisión en que vivía desde casi un año atrás. Lugar, que pese a serle nada comparado con la libertad, le parecía apacible y, con sus libros en su celda, podía incluso recibir el nombre de hogar. La razón de sus …
