Por: Ale Montero* Accidentalmente pateé un objeto blando y viscoso: un cerebro. Regresé a casa con gran ansiedad. Volví al bosque. Continuaba ahí la viscosa masa de tejido rosáceo. La tierra estaba ligeramente manchada de sangre que despedía el encéfalo, especialmente a través de sus cisuras. Me puse unos guantes, lo tomé y regresé a …
