Por: Brian Valdez Corona (México)
“No lo vea como una compra, es una inversión, ¡Hágase millonario al adquirirlo!, nunca volverá a trabajar, su vida se arreglará al instante. ¡Se vende, se vende!”- anunciaba el televisor durante la madrugada en una enorme granja, mientras todos los animales dormían sobre pajas duras y viejas – “No deje pasar está gran oportunidad. Llame ahora y lléveselo con un 30% de descuento. ¡Oyó bien, un 30% de descuento!”
– Mira el televisor, Prilo, ¿Apoco no te cansas de dormir sobre pedazos de paja? ¿No te gustaría cambiar nuestras vidas de una vez por todas? – preguntó Panlo Cabeza de Vaca, uno de los cerdos más grandes y fornidos de toda la granja, con un peso superior al de cualquier granjero humilde del norte y con un traje reluciente, brilloso y delicado.
– Claro que me encantaría, mi querido Panlo. Estoy seguro de que podremos conseguirlo – contestó Prinlo Delmazogeis, el cerdo más poderoso de toda la granja, seguido por Panlo, quienes tenían un control absoluto de la alquería pero querían aún más – pero ¿Qué se necesitará hacer?
El anuncio prosiguió diciendo a través del silencio infinito: “¡Se vende, nuevo y sin detalles! Fomente la riqueza e ignore la pobreza, o si es mejor, fomente la pobreza e ignore la riqueza, usted decide. ¿Le gusta el ajedrez? Pues en su compra se lleva millones de peones, escuchó bien, ¡millones de peones bajo su control!, todos ellos dóciles, obedientes y soñadores para llegar al final de tablero, pero usted decide en que convertirlos”, mientras los cerdos observaban con atención al televisor que mostraba su futuro más alentador.
-Tú no te preocupes sobre qué hacer, Prialo, marca al número telefónico y soltamos lo que tengamos que soltar, o decimos lo que tengamos que decir – respondió el cerdo más poderoso de la granja con gran certeza y seguridad a su compinche Panlo.
Sin embargo, al momento de marcar al número del anuncio entraron a una lista de espera con los otros candidatos para adquirir aquel objeto. Aunque el anuncio nunca mencionó que se deberá competir para conseguirlo, estos dos importantes cerdos decidieron proseguir sin darle importancia alguna, porque deseaban cambiar completamente su vida para controlar todo lo que puedan imaginar. Y así esperaron en la línea por mucho tiempo hasta que por fin entraron en una subasta telefónica para obtener aquel codiciado ente.
-Señores y señoras, no cualquiera podrá ser el afortunado ganador, solamente se entrega al más apto y poderoso de todos los candidatos. ¿Quién pone más por él? – habló el anunciador lacónicamente mediante el teléfono para todos los candidatos.
-Yo ofrezco shampoo de Argán para todos – dijo el León Bensoi
-Yo pongo sobre la mesa mejores clínicas – dijo la Hiena Machada
-Yo propongo un mejor sistema de educación – dijo el Cuervo Poe.
Era el momento de la oferta de los cerdos y ante tales contrincantes se miraron entre ellos dos por varios segundos, el silencio invadió las calles del mundo y por fin decidieron colocar su propuesta:
-Nosotros proponemos – dijo Prialo – un mejor mañana, un sistema que no falle a sus pobladores, un sol que no queme al caminar, una tierra que no trague la esperanza, demasiada comida que alcance para todos y lo más importante: 3200 pesos sin impuestos.
Nadie dijo nada más. La última frase convenció plenamente al anunciador y en la brevedad se dio el fallo a favor de los cerdos más poderosos de la granja. El producto era suyo.
Finalmente, los cerdos colgaron la llamada, celebraron airosamente, voltearon y observaron el nuevo final del anuncio:
“¡Se vendió y no vuelve más! ¡Se vendió! ¡Se vendió! ¡Se vendió el país!”.
