El combate de vivir, no existir

Por: Lilian Marlene Arenas Rodríguez (México)

Despierto y lo primero que hago es salir al balcón. Es de noche, puedo ver la luz de la luna y de algunos luceros. Verlas y anhelarlas solo me hace pensar en tantos meses de tempestad, todos esos días de solo darme cuenta de la oscuridad. 

Siempre he creído que lo peor de una vida es usarla solamente para existir. Por eso luché, convenciéndome a mí misma de que estaba lista para el combate y dejar el lado sombrío de mi opaca existencia, que tenía la oportunidad de empezar a vivir. Pero me equivoqué, la guerra se hizo más fuerte. 

Mi arco no ha sido suficiente para luchar con mis enemigos interiores, ni para afrontar todos aquellos miedos que alguna vez tuve. Supongo que esa es la razón por la que ahora me considero una presa. 

Solamente deseo que en la próxima vida no tenga que estar en guerra. Sé que la flecha viene hacia mí, pero no la esquivo más. Dejo de ver el cielo, pues lo reemplaza la longitud de la tierra firme. Oscuridad, y después, nada.

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