Por: Juan Pedro Vidal Herrada (Cuba)
No juzgues.
No sabes lo difícil de sentir y comprender,
la presencia repentina de la muerte.
No juzgues.
La vida del otro, en las emboscadas prosaicas
que el destino caprichoso, nos tiende al azar.
No juzgues.
Las caídas y vergüenzas de una mujer cualquiera,
ante el miedo sobrecogedor del acoso y el ocaso.
No juzgues.
Las noches largas, oscuras y tenebrosas,
sin saber del reino de la soledad del tiempo.
No juzgues.
El paso fácil, la risa abierta, el llanto repentino,
si desconoces la sorpresa de las causas extrañas.
No juzgues.
Las penas que brotaron ayer de un corazón ajeno,
Y hoy las tuyas tratan de romper, en pedazos, tu pecho herido.
No juzgues.
Nunca se sabe.
