Por Carlos Enrique Saldívar Rosas (Perú)
De mi especie sólo hay uno,
mas no soy yo
aquel uno.
Era ella
aquella una
y esa no era ninguna.
«Ese» intentó ser alguien.
y no lo dejé.
¿Cómo podría ser alguien?
si ese era yo mismo
no cabía duda y…
yo era alguien para ella
pero para mí yo nadie era.
Porque no soy nada, lo sé en mí mismo
ni he de saber que algo para ella
yo significo.
Pero si he de saber algo esto es:
que para ella soy todo,
de lo mejor siempre seré.
De mi especie sólo hay una
esa es ella y es ninguna,
para ella.
Pues para ella misma, no es alguien
pero para mí lo es todo
espléndida y frágil.
Por ventura la encontré e intenté amarla,
recorrerla, apretujarla,
empero, no se pudo por más que quise;
no éramos al final compatibles.
Porque yo debo de mi especie hallar a alguien.
y de mi especie sólo hay uno.
Ese uno era una.
Era ella.
Pero para ella misma nadie ella era.
Mas para mí «todo» significaba
aquella diosa eviterna.
Pero no era de mi especie penosamente
porque sólo uno de mi especie hay en esta tierra.
Uno es una y es ella,
pero siendo ella la única de su especie en el mundo
no se podía mezclar conmigo que soy uno
y, a la vez,
no soy ninguno.
Escritor, editor, compilador. Ha publicado cuatro libros de relatos, centenares de cuentos, minificciones, poesía, crítica literaria en espacios culturales de prestigio. Gestor de revistas.
