Panchita.

Óscar Por Yahir Aguilar Villalva (México)

Sobre la isla más grande del Pacífico 

te miro, te miro de reojo, transparente

brillante en la metástasis de los días

vibrando por el agujero astillado de una palabra  

y tus ojos son dos naves que vienen a salvarme 

cuando floto desdibujado en los pasillos del edificio.

Nena, mientras más cielo más infierno  

cuando tocas las columnas de concreto del edificio 

se desmorona la montaña atrás de la ventana

los metales se funden en tus manos 

hechizas a los venados que intentan escapar 

de la montaña que se desmorona 

y al final del drywall en las paredes y de los pasillos con polvo     

y de las transparencias, desprendiéndose  

de aquellas sombras nevando que nos enfrían el sueño  

nadie nos espera con una lluvia azul detrás de la ventana 

nadie nos espera para cobijarnos en un abrazo

nadie nos espera sentado en la mesa a la hora de la comida 

nadie nos espera para alimentar a las aves de cristal.

Y al final de la ausencia que dejan esas palabras 

al inicio del sonido de los taladros, en medio del bullicio que te absorbe  

las almas penando libres ocupan 

un espacio en la memoria de lo eterno 

porque nadie les habla sobre el dolor

no te murmuran sobre los colores de la luz 

los besos en la frente se los traga el olvido 

al negarse una sensación te niegan una emoción 

porque en casa nada nos espera con lágrimas ardiendo en las mejillas.  

¡Solo tú, gobernando dentro de ti, contra el mundo!

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