Por Karol Ximena Loaiza González (Colombia)
Regresa y mira a quien dice que es
pero no es, no está.
Nada entregan las memorias
solo fugazmente una sombra las trae, a veces.
Se vive así
apartándole del lenguaje y esa lexis perturbadora.
Sin refugiarse en la sinonimia que le aguarde de insignificantes.
Aunque sobrevive la cronofagia
del nombre que arrasa todo cuanto puede
con dígitos sin retroceso,
con la llegada de un ocaso permanente.
Y no lucha contra tales cosas:
el despertar permanente,
el esqueleto de una ausencia,
la ocupación de esa tanatomanía.
Tan solo ha de preguntarse si todavía duele donde arañó.
Ha de reconocer que se ha quedado sin nada.
No hay destino; de hecho, nunca estuvo para ella.
Allá nadie espera porque todos se han ido.
Y dile dónde dejó la vida al abrazar la culpa.
De nuevo el cataclismo…
Ella no estará ni siquiera en el arrobamiento.
Las memorias se apoltronarán unas a otras, confundiéndose.
Después de la entropía todo volverá a posarse
y dejará ir los restos de un difunto que nunca tuvo.
“Dale Señor el descanso eterno y brille para ella la luz perpetua”
Es poeta y estudiante de cuarto semestre de Licenciatura en Literatura de la Universidad del Valle con sede en Buga, departamento del Valle del Cauca.
