Por Betsabé García Fernández
Se ha cerrado la puerta,
las alas bajo la lluvia pesan,
las lágrimas son memorias
de lo que ha latido por las venas,
la poesía es amarilla
como la tarde que aspira el otoño,
como la siesta de la margarita muerta.
Yo me resumo en ese concepto aplomado
de soledad y hondura;
en lo que guardan los ojos que lo miran todo,
en las palabras de agua, sal o lodo.
Yo sincera con el viento,
¡Pistilo!
¡Árbol blanco!
¡Corazón de plumas!
He cerrado la puerta.
