Muérdago

Por Liliana Gama
México


Un día entre abril y junio

Mirada furtiva. Aseguras el cerrojo.

Mamas insaciable la cotidiana atención

que me demandas, 

el cuidado extremo,

el exhaustivo aplauso.

Dentro de mis ramas ya no hay savia.

Espero recirpocidad

para revivir…

Aún me queda una raíz.

Pies que sigilosos buscan la ruta

   más segura, 

para evitar pisar tus minas,

           para correr cuando ya todo esté vacío.

El agujero negro en tu pecho 

gira el picaporte y

a hurtadillas va en pos 

de viejos 

vínculos 

irresolutos.

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