Por Adriana Claudia Rocha Gómez
La salud mental es un concepto que es construido por cada sociedad y depende de criterios como la salud, enfermedad, normalidad y anormalidad, lo que tiene un impacto directo en la forma de percibirse como una persona sana o enferma, afectando el nivel de funcionalidad de las personas en relación con su desempeño laboral, su rutina y sus relaciones con otras personas. Los trastornos mentales más comunes, según la Organización Mundial de la Salud (2001) son: depresión unipolar, trastorno bipolar, esquizofrenia, epilepsia, consumo problemático de alcohol y otras sustancias psicoactivas, Alzheimer, trastornos por estrés postraumático, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno de pánico e insomnio primario.
Cerca de 450 millones de personas, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (2001), sufren trastornos mentales, siendo la depresión más común en mujeres y el abuso de sustancias en hombres. La depresión clínica o trastorno depresivo afecta cómo una persona se siente, piensa, duerme, come y trabaja. Este trastorno se caracteriza por la existencia de un sentimiento de tristeza lo suficientemente intenso como para reducir el interés o placer en actividades que solían ser del agrado de la persona afectada. Las personas deprimidas poseen intensos sentimientos de culpabilidad, autodenigración, falta de concentración, desesperación, soledad e inutilidad, les es difícil tomar decisiones, se muestran retraídos y sienten que están desamparados y desesperanzados.
A continuación se presentan algunas descripciones de la depresión por personas que lo vivieron: “La depresión es no vislumbrar ningún futuro y no tener respuestas para ninguno de los problemas de tu vida, la depresión es un lugar oscuro del que no se puede escapar. Es como estar encerrada en una habitación sin luz, ni ventanas, ni puertas. Es tan oscuro que no puedes ni siquiera ver tus manos delante de tu cara”, “una pérdida total de quien eres”, “la depresión es como que te cambian la mente por otra que te hace sentir sin ningún valor e insensible a la vida, incluso para mi marido e hijo. Me quita cualquier sentimiento que no sea una tristeza perpetua de la que nunca sé de donde vino pero que conozco muy bien. La depresión me ha robado mi confianza y ya no me siento merecedora del amor de nadie. La depresión me llama cosas y me hace tener pensamientos terribles y ha habido veces en las que la depresión me ha ganado y he tomado una sobredosis”.
Durante la depresión se producen cambios perceptivos tanto a nivel cognitivo como fisiológico. Se llevó a cabo una investigación para determinar la relación entre los cuadros depresivos y la percepción a colores, los resultados concluyeron que las personas con depresión perciben los colores con menor brillo e intensidad, como si delante de sus ojos estuviese un cristal gris. Se cree que el origen de esto es una menor liberación de dopamina. En nuevas investigaciones midieron la respuesta de la retina de varias personas con depresión, algunos sometidos a tratamientos antidepresivos tenían una capacidad más baja de contraste en la retina, lo que es similar a ver la televisión bajando los niveles de contraste.
Por otro lado, se ha investigado acerca de la relación entre la depresión y el olfato, concluyendo que las personas deprimidas tienen más dificultad para diferenciar distintos niveles de intensidad del olor, esto parece estar asociado al hecho de que durante la depresión el proceso de neurogénesis decae, por ello, disminuye la cantidad de células mitrales que están relacionadas con el olfato. Así mismo, se ha encontrado que las personas con depresión son menos sensibles a los olores agradables. Otros estudios analizaron la relación entre la depresión y la capacidad de determinar contingencias, cuyos resultados indicaron que las personas deprimidas tenían una percepción más realista y no se ven afectadas por expectativas optimistas. Estudios posteriores han demostrado que la clave de su percepción precisa se apoya en la pasividad.
Es también común que se tenga dificultad para conciliar el sueño, las personas con depresión se despiertan repetidamente, sobre todo de madrugada. Algunas personas duermen más de lo habitual. La falta de apetito y la pérdida de peso pueden conducir a caquexia, en las mujeres es probable que se interrumpa su menstruación. Hay aquellos que desatienden su higiene personal y descuidan a sus hijos o mascotas. El término depresión es utilizado para describir los siguientes trastornos: trastorno depresivo mayor, trastorno depresivo persistente y trastorno disfórico premenstrual.
Las personas con trastorno depresivo mayor están deprimidas la mayoría de los días durante dos semanas por lo menos. Presentan un aspecto triste y abatido, tienen a menudo los ojos llenos de lágrimas, se muestran con el ceño fruncido y las comisuras de sus labios hacia abajo, evitan el contacto visual, apenas pueden moverse, su expresividad facial está casi ausente y hablan en un tono monótono. Las personas con trastorno depresivo persistente han estado deprimidas la mayor parte del tiempo a lo largo de dos años o más, se caracterizan por ser pesimistas, escépticas y pueden haber perdido el sentido del humor, a veces se muestran pasivas, apáticas e introvertidas. Se quejan constantemente y son propensas a criticar a otros y a hacerse reproches a sí mismas; puede preocuparles su propia incompetencia, en ocasiones hasta el punto de encontrar cierto goce morboso en sus propios fracasos.
El trastorno disfórico premenstrual suele aparecer por primera vez en cualquier momento después que se comienza a menstruar y podría empeorar a medida que las mujeres se acercan a la menopausia. Las mujeres con este trastorno tienen cambios de humor, de repente se entristecen y lloran o se muestran irritables. Estas personas pueden sentirse abrumadas o fuera de control y tienden a menospreciarse a sí mismas. Es también habitual que se sientan cansadas y sin energía, comen demasiado y tienen antojos por ciertos alimentos, es también viable que no duerman lo suficiente o lo hagan en exceso, existe dolor e hinchazón en los pechos a la palpación, esto también puede estar presente en los músculos y articulaciones.
La depresión influye en la capacidad del sistema inmunitario, en consecuencia, una persona con este trastorno tiene mayor probabilidad de sufrir infecciones, aumenta también el riesgo de desarrollar trastornos cardíacos y vasculares como infartos y accidentes cerebrovasculares, el organismo produce mayor cantidad de sustancias que ayudan a la coagulación de la sangre y el corazón tiene una menor capacidad para modificar la velocidad con la que late. Las personas con depresión son también vulnerables a abusar del alcohol o de drogas en un intento de facilitar el sueño o sentirse menos ansiosas. Al tener una mayor propensión a fumar en exceso, descuidar su salud, y tener otros excesos, aumenta el riesgo de aparición o empeoramiento de otras enfermedades.
La mezcla de estos sentimientos y malestares aumentan a medida que evoluciona la enfermedad, consideran la idea de muerte y suicidio. Estos pensamientos son uno de los síntomas más graves de la depresión. El 15% de las personas deprimidas que no reciben tratamiento acaba su vida suicidándose. Los organismos internacionales han manifestado su preocupación debido al incremento alarmante y la alta prevalencia de este trastorno tanto en la población adulta como adolescente. La mayoría de estas personas, al igual que sus familias, no acceden a servicios de salud debido al estigma, término que hace referencia a un atributo desacreditador que un grupo social mantiene con otros grupos que presentan algún rasgo diferencial. Las consecuencias del estigma social son tan dañinas como los propios síntomas del trastorno en sí, obligando a estas personas al aislamiento social, soledad, obstaculización de acceso al mercado laboral, limitación de su autonomía, infantilización y sentimientos de vergüenza, inferioridad y autorrechazo.
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