Por Yaima Hernández López
He secado el mar con mis ojos,
algo me molesta dentro,
se me ha metido tu nombre, tu cuerpo, tu voz.
ya le he ofrecido mi corazón a las gaviotas,
pero sabe tan amargo que prefieren las sardinas.
He rasgado mis venas,
y he matado tantos peces
que vienen y van con las olas
como podridas crestas de espuma.
Entierro corales en mis pies
y crecen raíces de fuego en mi pecho.
Abro grietas en mis muslos,
y el sol, tan amarillo, se me mete dentro una y otra vez,
primero él, luego la luna,
uno detrás del otro.
Grito muy fuerte, pero mis palabras se las lleva el viento.
Soy una con el faro,
pero ningún barco te devuelve a mí.
Me siento nada, ni siquiera puedo morir.
Soy un estúpido pedazo de carne,
un montón de huesos que dejaste atrás,
vino el diablo a buscarme, pero no puedo irme de aquí,
tú has salvado mi alma,
y ahora dime, de qué me sirve si ti.
