Perdóname Víctor

Por: Eulalio Maximiliano Reséndiz Meléndez (México)

He asesinado a Víctor… lo admito, lo hice sufrir. Lo apuñalé solo para saborear ese crujir en sus órganos, simples globos rellenos de sangre estallando enfrente mío, sentía un consuelo en su río de sangre. Pero su inflamada mirada atacaba mí mente, “!No me mires así, todo es tu culpa!, ¡Déjame Víctor! ¡Déjame en paz por amor a Dios!, ¡Suéltame, por favor, déjame ser una paloma responsable de mi libertad!, ¡¡Ayúdenme!!, ¡¡Sean piadosos y vengan a mi rescate!!” En ese preciso momento sentía como sus pálidos labios olían mi cuello, lo sabía, “¡No! ¡No! ¡No!, ¡Vete, déjame en paz!” Ambos caíamos al frío concreto en el azote de nuestros cuerpos, no, era más, una tormenta de gritos sin habla que terminaba en ambos tirados. “Víctor…te perdono”, ¿qué más podía hacer? “Tranquilo, aquí estoy, ¿es lo importante?, ¿no?” Recostarlo en mis piernas, sentir su rugosa melena, tocar su destrozado rostro era lo suficiente para sentir que él seguía aquí, ¿no le has pasado?

El asunto es que, en esas cuencas carentes de Víctor, revelaban sus verdades, supe en ese momento que toda la vida me había mentido, era entonces todo igual que una obra de teatro sin guion. Todas esas lindas palabras fueron paraque yo cayese a ese hondo sollozo, él era el culpable y yo solo una pequeña ave enjaulada en una mente ajena, no tuve elección, me tuve que defender de su trampa, tuve que estrellarle su pálida cara, rompiéndose como plato de porcelana, sí, era mi única salida, un hombre como él es capaz de voltear la mesa en un instante ¿o acaso una mujer no tiene derecho de defenderse? No, no tengo derecho de hacerlo. “Víctor, perdóname, sabes que mi cuerpo te pertenece, y mi alma es propiedad de tu mente”. “Por favor, abrázame”. 

“Me siento vacía Víctor, cada segundo que pasa siento que poco a poco me vuelvo nada…y todo gracias a ti…” “Cachorro sin desgracia, ¡tu querías esto! ¿Cierto…?” El silencio de su boca era tan ruidoso que no podía permitirme darle una sola palabra más a ese cascarrón … “¡¡Dímelo!! ¿Querías que llorara verdad?, desde el momento en que llegaste lo único que has hecho ha sido maltratarme”.  Me sentía víctima de su monarquía, cuando él era, en esta jerarquía, una nada, yo soy la reina; pero, aun así, esa… esa cosa se creía tanto, ese tal Víctor. “¿Por qué Víctor? ¿Por qué me haces llorar…?” “Solo prométeme sujetarme, no seas como él, no repitas la historia de esta familia… quédate, por favor”.

Entonces me levanté, él ya no estaba, era evidente, “¡¡hijo de puta!!”, “¡¡Entonces vete, lárgate de mi vida, estúpido sin gloria, abandóname, pero no vuelvas!!…” “No vuelvas…” “No… Víctor”, “¿¡Víctor!?, ¿¡Víctor dónde estás!?”, arrastrándome como vil cucaracha entre las paredes buscaba rastro de él, no me podía dejar, lo conozco, y ustedes también lo saben, no es así mi… “¡¡Víctor!! Ahí estás querido, perdóname, de verdad perdón, no tienes idea de lo mucho que siento decirte todas esas falacias”. “Ven, anda, no tienes la culpa de que seas parte de una zorra como yo, perdóname por haberte engañado”. 

“Es que me duele, duele que te vayas y tenga que quedarme sentada, esperándote, teniendo que complacer mi lujuria con alguien más”. “Es que eres tan feo conmigo, eres eso, un hombre, un niñato sin pena de irte con la vecina ¿o no?” “Sí, se lo que hiciste pequeño depravado, solo me usaste y no lo niegues, ¡dije que no lo niegues!, ¡te voy a mostrar mi sufrir, a ver si así dejas de irte con otra!” 

Ustedes, ¿¡qué quieren ver, eh!? Y tú, espurio sin vergüenza, concédeme esta pieza. “Mira, tengo todo lo que tu querías, sigo siendo tuya, déjame curar tus heridas, solo escucha tu exaltación satisfacerme, seamos uno en esta cama, una masa de carne y huesos chocando entre ellos; calentaré tu frío cuerpo a cambio de tu lealtad…” “curaré tus sollozos, limpiaré tu seca sangre y esas manchas moradas te las quitaré, solo déjame sentirte, planta tu semilla y hagamos que nuestra sed se impregne en esta noche, como lo hice alguna vez con tu padre”.   

Dejar un comentario