Por Damián Andreñuk (Argentina)
Viene un aroma tibio
a madera de cipreses
caídos en la niebla.
Verídica y hermosa
esta dulce claridad.
Aunque al fondo del paisaje
haya pájaros heridos.
Sé que hay fantásticas mujeres
que limpian la melancolía
con sólo una mirada.
Que poseen una verdad
que trasciende toda muerte.
Que llevan en su corazón
una niñez inviolable.
Que obsequian en su abrazo
una belleza musical.
Que detienen por completo
la prisa de las cosas.
Me he desprendido poco a poco
del vértigo del almanaque.
Pero perdura todavía en ocasiones
mi fiebre solitaria.
No importa, no importa que la carne se marchite
y nos pese la vejez en todo el cuerpo.
Porque se rompen las cadenas
que siempre fueron falsas.
El autor reside en Buenos Aires, Argentina. Publicó once libros.
